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Con motivo de la celebración de este día en el que reivindicamos los derechos de las mujeres, celebramos los avances, condenamos los ataques y reclamamos la igualdad, me permito hacer público un pensamiento que se gestó en mi cabeza hace ya unos meses. En diciembre se publicaba una inocentada en la que se aprovechaba la fecha para tratar sobre mi persona. Hasta ahí nada raro, sea cual fuere la finalidad real de quienes están detrás de la misma. Pero dicha publicación me obliga a compartir una reflexión en voz alta sobre ciertos comentarios muy desafortunados que, a mi entender, son acordes a una mentalidad retrógrada y que desearía no tener que ver vinculados a sigla política alguna en pleno 2025. En este país avanzado en el que las mujeres llevamos décadas conquistando derechos, no puedo permitir que se afirme que estoy donde estoy por ser hija de y pareja de y no por mis propios méritos y logros. Algo que, por alguna razón, no se suele reprochar a menudo a los hombres. Ese es el motivo por el que he querido contestar a esta “inocentada” que, aprovechando la ocasión, pretendía, entre líneas, desvirtuar mi persona, pero que en realidad termina desvirtuando al colectivo al que represento: mujeres luchadoras, inconformistas, trabajadoras, valientes y, sobre todo, independientes, que no necesitan de apellido u hombre alguno para llegar a donde nos proponemos y merecemos llegar. Afortunadamente, cada día somos más las mujeres que ocupamos los puestos que queremos. Y ello únicamente gracias a nuestro esfuerzo, sin necesidad de ser descendientes de y al margen de la persona con la que decidamos compartir nuestra cama. En mi caso, recién cumplidos los 23, tras acabar Derecho en la ULL, continué mis estudios con dos másters en Suecia, cuyo idioma aprendí en cuestión de meses para poder integrarme social y laboralmente en el país. Formé mi propia familia y, a la vez que crié a mis 3 hijos, logré abrirme paso en la profesión para la que me había preparado durante tantos años, algo que puedo asegurar no resulta nada fácil para un abogado o abogada en un país extranjero. En poco más de un año me convertí en la abogada al frente del departamento de Derecho Internacional Privado del despacho más importante de toda Escandinavia, era propietaria de la casa de mis sueños y tenía la vida que siempre había deseado. Pero la tierra tira mucho y unos padres a los que adoras aún más, por lo que sin pensar en los contras y dejando atrás todo lo logrado en 13 años, decidí regresar a mis islas. Esta vez a El Hierro, donde mis hijos podrían crecer seguros y vivir con cierta libertad. Dejé mi trabajo, vendí mi casa, llenamos un contenedor con todas nuestras cosas y, sin saber qué sería de nuestras vidas, llegamos a El Hierro en agosto de 2018. Meses antes había dejado mi CV por gran parte de la isla y me había presentado para el puesto de gerente de Meridiano, un proceso que me limito a decir fue muy poco transparente. En esa época la Notario de Valverde buscaba una abogada con idiomas, así que, encajando en ese perfil, conseguí trabajo en poco más de un mes. Al acercarse las elecciones del 2019, el actual presidente del Cabildo quería a alguien con una experiencia diferente para Turismo, alguien con otro punto de vista y que supusiera un soplo de aire fresco. Me buscó sabiendo que, de entrada, no estaba interesada en formar parte activa de la política, pero finalmente accedí y ya una vez iniciado el proceso electoral fue cuando conocí a mi actual pareja. Así que no, no me convertí en consejera del Cabildo de El Hierro por ser la pareja de José Antonio, ni tampoco por ser la hija de Ángel. Tengo nombre propio, como el resto de mujeres. Juntas hemos conquistado muchos derechos y, ante el riesgo actual y real de que estos retrocedan, no puedo permitir que se pretenda hacer entender cosas que no son, intentando desprestigiar en un ataque disfrazado de inocentada. Nos ha costado mucho avanzar en políticas de igualdad y estar en primera línea. Nunca antes, ha habido tantas mujeres trabajando en nuestro país, ocupando tantos puestos de responsabilidad pública y privada. Es nuestro deber seguir luchando y seguir defendiéndonos hasta que llegue ese ansiado día en el que ya no haya motivos para continuar haciéndolo. |
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